La visitante. Microrrelato emocional

Cuando vino no me costó reconocerla. Como siempre daba pasos sigilosos pero intensos. No había lugar a dudas, se estaba instalando nuevamente en ese cuerpo, en el cuerpo de Isabel.

Un olor ranció la acompañaba. Sensaciones de incertidumbre y pesar hacían que el estado de alerta apareciese a su paso. ¿De qué te advertía? ¿Qué tramaba esta vez? Estas y otras  preguntas llenaban las mentes. Mentes que por momentos se hacían densas y pegajosas. La cabeza parecía llena de niebla oscura y la sensación era de llevar kilos y kilos de algún metal pesado encima de la coronilla. De esa manera, para Isabel era imposible o casi, conectarse con lo sutil y eterno. Esa conexión requiere liviandad y precisamente su presencia surtía el efecto inverso.

Caminaron juntas muchas veces, hace ya veinte años que hizo su aparición en ella por primera vez. La visitante aparece ante sus elegidos de tiempo en tiempo. En ocasiones se vislumbra el motivo. En otras te encuentra entretenida y ¡zas¡ es cuando más impresiona, cuando más complicado se hace encontrar el motivo de su presencia.

Es una viajera muy ocupada y para colmo multidimensional. Puede estar contigo, conmigo y con cientos de personas más. Tiene el don del desdoblamiento. Pertenece al tipo de seres, cosas, sensaciones… de este siglo, que hacen que quienes tenemos la fortuna, jajajaja ¡fortuna digo! Sí, quienes tenemos la fortuna de acogerla, como le ocurre a Isabel, podamos aprender mucho de y con ella. Es una maestra de  vida, si así lo queremos interpretar. Si tenemos el coraje de buscar información sobre sus mensajes.

Me cuentan, que durante años han descubierto maneras de transcenderla, aunque siguen siendo insuficientes. Nos sugieren escuchar cada uno de los cuerpos que nos envuelven para poder descubrir la información que solapadamente transmite: quizá un secreto de familia, o a la mejor, un mensaje de tu alma. Hasta puede ser que te haga cambiar el rumbo de tu vida, ¡quién sabe lo que ha venido a mostrar! ¿Qué le mostrará en esta ocasión a Isabel? Me pregunto.

Hay remedios caseros para afrontarla. Y otros no tan caseros. Aun así, cuando viene, te deja abatida y sin fuerzas. Reconozco que esto a casi todos nos ocurre. Compartimos vivencias similares, aunque cada persona lo vive de maneras diferentes.

¡No! No me quejo, no te quejes, Isabel. Solamente compartamos las  herramientas a utilizar para no rendirnos y continuar.  Respirar conscientemente: inspira y te llenas de calma. Expiras y sueltas la tensión y así una y otra vez. Trae tu atención como si de un foco se tratase, a tu cuerpo, respiración, sensaciones. Llénate del momento presente y poco a poco se irá disolviendo.

No tengas miedo, no es real. Ella te envuelve y entra en ti. Sí, eso sí. Pero como tal se diluirá, si te das cuenta de que es pasajera, sólo es tu mente la que  hace que parezca verdadera.

Recuerda, ¡eso también pasará¡. Se quedará un tiempito o un tiempazo, pero si no le das el espacio principal de tu templo, terminará marchándose y quizá una vez de esas, ya no vuelva nunca más.

¡Adiós Ansiedad!

Dibujo «La Visitante» Realizado por el Urban sketcher Dandibujador, Daniel Riu:  https://www.instagram.com/dandibujador/